Películas navideñas estadounidenses y la mirada orientalista desde Latinoamérica
Orientalismo, según Edward Said (Said, 2008) y la interpretación del libro con el
mismo nombre, supone un sistema de percepciones que configuran la comprensión de
los occidentales (franceses, ingleses y americanos como delimitaciones del estudio) ante
el Oriente, es, en palabras del autor “…casi una invención europea y, desde la antigüedad,
había sido escenario de romances, seres exóticos, recuerdos y paisajes inolvidables y
experiencias extraordinarias” (Ídem, pág. 19). Pues esta teoría, más que un aglomerado
de textos y análisis, o creaciones literarias de occidentales sobre el Oriente, es un
imaginario establecido por los occidentales para sí mismos, con el fin de comprenderse
y comprender lo exótico y diferente, sin embargo, esta relación no se presenta con
simples intercambios, sino con una postura de superioridad e inferioridad para sí y el
otro, respectivamente. Se podría decir, que el orientalismo es un visor o una lente
utilizada por el sujeto que la diseñó. Dicho esto, tal artículo, quizá con una mirada
ingenua, expone esta interpretación como punto de partida para el camino a
comprender la relación, y sobre todo, la fuerte referencia al contexto navideño
norteamericano, reflejado en el consumo de películas navideñas oriundas de allí y/o
europeas, además en ornamentos que aluden al hemisferio norte y su meteorología, así
como la contemplación de sus actividades festivas. En palabras más coloquiales,
preguntarse si la adquisición y construcción estética navideña asuncena está ligado a la
visión seductora del primer mundo imperialista.
Said menciona la existencia de una inversión, no sólo económica sino en cuerpo
teórico respecto al Oriente, esto, puede traducirse como dedicación puesta para
constituir una forma concisa del objeto, para tal caso, una prefijada por la autoestima
americana, la cual buscan proyectar al mundo (cabe mencionar que esto no sólo ocurre
en las películas o campañas publicitarias, sino en la actitud de la gente, comprendido
desde la experiencia propia) así : el protagonista, generalmente masculino, inteligente y
emocional, capaz de sacrificarse para salvar la Navidad y a su familia, promoviendo la
unidad y el bienestar dentro de un nivel socioeconómico medio a alto, empapados de
copos de nieve y una etérea tranquilidad. Se perciben estos elementos narrativos con la
mirada del “hermano/a menor”, es decir, desde el inferior, ya que el orientalismo
comprende la relación colonizador y el colonizado, caso que ocurre en América Latina,
la influencia de poder se expande a casi todo el continente, y es ese sistema concebido
por el occidental, el cual fue otorgado al resto del mundo, Manhattan como el lugar
exótico y místico, la nieve como el polvo mágico que aparece en las escenas durante el
clímax y la lejanía, no solo geográfica sino social y cultural.
La producción de bienes simbólicos, ideológicos e incluso teóricos, el cual se
puede decir existe gracias a estudios hechos sobre los medios de comunicación, el mass
media y la producción de primer mundo, sirven de respaldo para contorsionar, con el
respeto del autor, al orientalismo, el cual destaca al personaje “imperial” como voz de
dicha teoría. Sin embargo, esta idea es cuestionada por un análisis presentado por
Joseph D. Straubhaar (Straubhaar, 1991), donde trata el consumo de países del tercer
mundo ante producciones primermundistas, destacando que no es más que un producto
comercial, es decir, que las producciones o, las películas y productos navideños, no son
más que objetos comerciales dentro de un ciclo de ventas donde éste es creado,
vendido, exportado para llegar a un pico económico, y luego ser arrastrado por algún
otro producto, para el ensayo, aquellos de producciones extranjeras menores (tercer
mundo).
Al considerar la postura anterior, la postulación previa es desafiada y
cuestionada, desacreditando a la cultura invasiva como un simple agente de comercio.
Pero sí logra alivianar la relación entre superior e inferior que el orientalismo explica,
pues la convivencia con el producto extranjero se hace evidente al instalar decoraciones
artificiales y ajenas al contexto paraguayo (por ejemplo, decoración de la entrada
principal del Shopping del Sol, año 2019. Figura 1) haciéndola casi ridícula e irónica. La
postura muta y se aproxima a la idea de fusión o como podría entenderse desde la
lectura a Néstor García Canclini y Culturas híbridas (Canclini, 1990), ya que la
confirmación de la estética americana, o el imaginario ante ella, no conduce al uso de lo
autóctono únicamente, sino la convivencia temporal de costumbres variadas, asimiladas
y prolongadas por su adaptabilidad al nuevo contexto (clima, flora, tradiciones). Se
puede concluir de la mano de Canclini, dando paso a lo popular e indígena en la
producción de cultural, siendo conscientes del visor selector que precede el consumo de
tales bienes, y a partir de ello establecer nuevos procesos de producción y circulación,
de bienes simbólicos y materiales, así como de la cultura misma.
Asunción, 2019
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